Jacquemus: el sol, la infancia y la revolución de la simplicidad en la moda

Hay marcas que nacen desde una estrategia, y otras que nacen desde un sentimiento.

Jacquemus pertenece a las segundas.
Es una firma que logró transformar la nostalgia, la luz del Mediterráneo y el duelo en un lenguaje estético reconocible en todo el mundo.
Hoy es símbolo de autenticidad, minimalismo poético y frescura, pero detrás de esa aparente sencillez hay una historia profundamente humana: la de Simon Porte Jacquemus, el chico provenzal que cambió el rumbo de la moda francesa moderna.

Un joven del sur que soñaba con París

Simon Porte Jacquemus nació en 1990 en Salon-de-Provence, al sur de Francia. Su infancia transcurrió entre campos, viento y horizontes soleados. Desde pequeño mostró interés por el diseño, pero no por el lujo ni las tendencias, sino por la historia emocional que las prendas podían contar.

A los 18 años se mudó a París para estudiar moda en la prestigiosa escuela ESMOD. No tardó mucho en abandonarla: sentía que su manera de ver la moda no encajaba con la rigidez académica. Poco después, la vida le dio un golpe devastador: la muerte de su madre, Valérie, quien fue su mayor inspiración y a quien rendiría tributo al usar su apellido de soltera para bautizar su marca: Jacquemus.

En 2009, con apenas 19 años y sin dinero, fundó su propia firma. No tenía una estructura, ni taller, ni experiencia empresarial; solo ideas, intuición y una energía casi infantil por crear algo verdadero. Desde el principio, su trabajo destacó por una ingenuidad calculada, una estética limpia, gráfica y alegre que contrastaba con la sofisticación distante del circuito parisino.

La filosofía Jacquemus: hacer de lo simple algo emocional

Jacquemus no buscaba impresionar con ostentación, sino con honestidad visual.
Su enfoque mezclaba lo conceptual con lo popular: mangas asimétricas, proporciones exageradas, vestidos inspirados en delantales campesinos o en uniformes de trabajo. Las prendas tenían un aire ingenuo, pero contenían una precisión arquitectónica admirable.

Más que una marca, Jacquemus se convirtió en una narrativa personal: cada colección era un capítulo nuevo de su historia, de su infancia, de su relación con la Provenza, la tierra y la luz. En una industria marcada por la artificialidad, Simon ofrecía verdad, humor y un toque de melancolía.

Los primeros años y el reconocimiento

Durante los primeros años, Simon trabajó prácticamente solo. Vendía sus piezas a través de internet, vestía a sus amigos para eventos y diseñaba con recursos limitados.
En 2012, su perseverancia fue recompensada cuando fue invitado oficialmente a presentar su colección en la Semana de la Moda de París. A partir de ese momento, Jacquemus comenzó a ganar atención internacional por su autenticidad y visión única.

En 2015, recibió el Premio Especial del Jurado LVMH, otorgado a jóvenes diseñadores promesa. Ese reconocimiento marcó un antes y un después: el mundo de la alta moda lo veía ahora como una voz disruptiva capaz de renovar el panorama francés sin perder su raíz emocional.

Colaboraciones y nuevas etapas

En 2022, Jacquemus sorprendió con una colaboración junto a Nike, fusionando el diseño deportivo con su estilo minimalista y sensual. La colección combinó funcionalidad y estética, ofreciendo prendas técnicas reinterpretadas desde una mirada sofisticada y natural. Fue un éxito rotundo: se agotó en minutos y reafirmó el poder de la marca para conectar la moda con la emoción y la vida cotidiana.

Ese mismo año, Simon anunció su alianza con L’Oréal, dando inicio a una nueva etapa en la que Jacquemus se expande hacia el mundo de la belleza y el estilo de vida. El proyecto busca capturar la esencia mediterránea de la marca —la luz, el sol y la naturalidad— a través de fragancias y cosméticos que reflejan su filosofía: la simplicidad convertida en arte.

El secreto detrás del éxito

Jacquemus no vende solo ropa: vende emociones.
Su poder radica en tres pilares:

  1. Autenticidad. Todo lo que crea nace de un recuerdo o una historia personal.
  2. Minimalismo con alma. Cada prenda o accesorio tiene una intención, sin adornos innecesarios.
  3. Imaginario visual potente. Desde las campañas hasta los desfiles, cada imagen parece sacada de un sueño veraniego.

La marca ha conquistado tanto a la crítica como al público porque

es accesible sin ser banal, artística sin ser pretenciosa y emocional sin ser cursi.

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Conclusión: cuando la moda se vuelve emoción

Jacquemus no es solo una marca de moda. Es una carta de amor al sol, a la infancia, a la madre y al sur de Francia.
Cada colección es una invitación a recordar que lo cotidiano también puede ser bello; que lo simple, cuando se hace con alma, puede conquistar al mundo.

Simon Porte Jacquemus no solo cambió la estética contemporánea: le devolvió a la moda su humanidad.
Y en un mundo saturado de ruido, su mensaje es tan claro como sus colores:
“Lo más hermoso es lo que viene del corazón.”

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