La fascinante historia del Doctor Q.
No, no es un superhéroe de Marvel, aunque de niño su inspiración fue Kalimán el "Hombre Increíble"; de hecho, en su cuarto tenía tapizadas las paredes con posters de este personaje, al cuál admiraba por su tenacidad y determinación. Pero como dice el dicho popular, no todos los héroes usan capa.
Vamos a contar su historia tal cual la narra el mismo en su página web.
El Doctor Q. comenzó como el primogénito de seis, creciendo en las afueras de Mexicali. Siempre el entusiasta adelantado, comenzó a trabajar a los cinco años, vendiendo comida a conductores en gasolineras para ganar un dinero extra para su familia. Aunque eran una familia humilde, Q mismo era excepcional en las escuelas publicas, y se graduó con una licencia de enseñanza de una universidad local cuando tenia solo 18 años. Posteriormente decidió que era hora de unirse a su familia que vivía en los Estados Unidos, para avanzar su carrera y regresar a ayudar a sus padres.
En 1987, a los 19 años, Alfredo Quiñones-Hinojosa literalmente brinco la barda fronteriza entre México y Estados Unidos. La policía de la frontera lo capturó y mandó de regreso pero más tarde ese mismo día volvió a intentarlo y lo logró. Esto soló fue el principio, ya que no tenía dinero, y en ese entonces no podía hablar inglés.
"Ya conocía los riesgos," dice, "tenía grandes sueños, y prefería arriesgar mi vida a quedarme en México...aunque yo nunca sentí que mi vida fuera dura. Era un privilegio para mi el estar aquí [en México]. Disfrute cada paso porque yo sabía que todo iba hacia algo más grande."
Quiñones llego a Fresno, California donde trabajo por dos años como pizcador de algodón, pintor, y soldador. Su casa era una casa móvil parchada con madera, y después compartió un departamento de una recamara con cinco miembros de su familia. Un día en el campo le dijo a su primo que quería ir a la escuela, aprender inglés, y tener un mejor futuro, pero su primo lo miro con sorpresa y le dijo "este es tu futuro! Tu viniste a este país a trabajar en el campo así como nosotros." Negado a aceptarlo, Alfredo comenzó a mantenerse en la escuela, aprendiendo inglés, dando apoyo a otros estudiantes de habla hispana en matemáticas y ciencia, practicando sus habilidades de comunicación en el equipo de debate, y trabajando como soldador para una compañía ferrocarrilera.
Fue alrededor de este tiempo cuando casi muere. Aun siendo inmigrante ilegal, Q trabajaba para el equipo de ferrocarril en Abril 14, 1989, cuando, solo de 21 años, cayó en un tanque de petróleo vacío, una caída de aproximadamente 18 pies. Comenzó a escalar una cuerda que le habían aventado sus compañeros y vio su vida pasar frente a sus ojos. Al llegar arriba y agarrar una mano para jalarlo hacia afuera, Alfredo se consumió por las toxinas y cayo de nuevo al tanque una vez más, ahora despertando en la unidad de cuidados intensivos de un hospital cercano.
"Siempre he sentido que todo lo que me ha pasado desde ese momento ha sido un regalo. Pienso que estaba destinado a no salir de eso." Fue una llamada milagrosa, una experiencia que trata de inspirar a sus pacientes cada día en cirugía: tienes suerte de estar vivo, ahora vive tu vida al máximo.
En 1992, Quiñones felizmente renunció su trabajo de ferrocarrilero para siempre, y recibió una beca para la Universidad de California Berkeley donde estudió psicología. Aunque batalló al hablar y escribir tareas, Alfredo tomó muchas clases de cálculo, física, y química para mantener sus promedio alto. Ahí encontró un asesor en el departamento de psicología—Joe Martínez y su laboratorio de neurobiología.
Mientras decidía entre la escuela de leyes o de medicina pensaba en su abuela, quien era una curandera en Mexicali y lo inspiró a escoger medicina. Q hizo una tesis en neurociencias, y fue animado por Martínez y su otro asesor, el director del Centro de Excelencia Hispano de UC Berkeley Hugo Mora, a aplicar a la Escuela de Medicina de Harvard, donde fue aceptado.
En Harvard, Alfredo fue introducido a Ed Kravitz y su laboratorio de neurobiología por Martínez. Kravitz era un niño callejero de Bronx que llegó a profesor de Harvard a los 30, él y Quiñones conectaron instantáneamente. Q mismo se volvió muy distinguido no solo académicamente, sino también por sus actividades comunitarias ayudando a los estudiantes menos afortunados al darles un lugar donde quedarse. Sus años en Harvard incluyeron grandes cantidades de fellowships en investigación y honores académicos, su ciudadanía Americana, el nacimiento de su hija, y finalmente graduándose cum laude (con honores) y dando el discurso en la ceremonia de graduación para su escuela de medicina en Harvard, clase de 1999.
Durante los siguientes seis años, el Dr. Quiñones (como ya oficialmente era conocido) hizo su internado, residencia, y trabajo post-doctoral en la Universidad de California en San Francisco. Durante este tiempo encontró su llamado como neurocirujano y en el 2005 llegó a Johns Hopkins como profesor y cirujano especializado en cáncer cerebral y tumores pituitarios. Sus títulos oficiales al día de hoy incluyen: Profesor Asociado de Cirugía Neurológica, Profesor Asociado de Oncología, Director del Programa de Cirugía de Tumores Cerebrales en Johns Hopkins Bayview Medical Center, y Director del Programa de Cirugía Pituitaria en el Hospital Johns Hopkins.
Cuando no está enseñando o en el quirófano, el Dr. Quiñones está en su laboratorio trabajando en su investigación para intentar curar el cáncer. El cree que existen unas células madres naturales en el cerebro que, si se ponen en el lugar correcto, pueden detener la migración de células cancerosas, trabajando de manera más efectiva que cualquier cirugía o tratamiento de radiación actualmente empleado.
Todavía hay mucho trabajo por hacer, pero el Dr. Quiñones-Hinojosa confía en que llegará el día cuando el cáncer se convertirá una enfermedad no más molesta que el resfriado común.
Se dice que la productora Plan B (del actor Brad Pitt), se encuentran actualmente trabajando en una película que narrará la vida del ilustre “Dr. Q”. Los datos sobre la producción del filme aún son escasos, se sabe fue idea del mismo Pitt.
Kalimán estaría orgulloso.