Hay historias que se construyen con paciencia de maratonista, paso a paso, con caídas, dudas y arranques inesperados. La de Phil Knight —cofundador de Nike— comienza con algo tan pequeño como una idea obsesiva: ¿y si los atletas tuvieran un calzado más ligero, más rápido y más accesible que lo que existía en ese momento?
No era solo un pensamiento fugaz, era casi una misión personal. Knight, un joven corredor universitario de Oregón, veía en cada pisada la oportunidad de mejorar el rendimiento. Su visión no empezó en una gran sala de juntas ni con millones de dólares de inversión, sino con un espíritu curioso y rebelde: ¿por qué conformarse con lo que ya había, si se podía crear algo mejor?
Ese impulso lo llevó de las pistas universitarias a transformar la forma en que el mundo entiende el deporte. De vender tenis en la cajuela de un coche a levantar uno de los imperios culturales más influyentes del planeta.
El disparo de salida: Blue Ribbon Sports
A inicios de los años 60, Knight convenció a su exentrenador Bill Bowerman —un hombre obsesionado con perfeccionar cada detalle del calzado— para embarcarse en una aventura que parecía una locura: importar tenis japoneses Onitsuka Tiger (hoy conocidos como ASICS) y venderlos en Estados Unidos.
Así nació Blue Ribbon Sports (BRS) en 1964. El negocio no tenía oficinas elegantes ni escaparates brillantes: eran Knight y Bowerman cargando cajas, atendiendo personalmente a corredores y ofreciendo los pares en competencias, muchas veces desde la cajuela de un coche estacionado junto a la pista.

Esa escena resume la esencia del emprendimiento: cercanía con el cliente, validación inmediata y un producto que respondía a una necesidad real. El negocio creció lo suficiente para ponerlos en el mapa, pero en 1971 un giro drástico cambiaría todo: el rompimiento con Onitsuka Tiger. Lo que pudo ser el final, fue en realidad un nuevo comienzo.
Ese mismo año, Blue Ribbon Sports renació con otro nombre: Nike, inspirado en la diosa griega de la victoria. La elección no fue casualidad: simbolizaba velocidad, triunfo y un futuro que apenas empezaba a escribirse.
Nace un símbolo (y una voz)
El nuevo nombre necesitaba un rostro, un emblema que lo hiciera reconocible. Phil Knight acudió a una estudiante de diseño llamada Carolyn Davidson, quien creó el famoso Swoosh por apenas $35 dólares. Ella no imaginaba que aquel trazo curvo, pensado para transmitir movimiento y ligereza, terminaría por convertirse en uno de los logotipos más icónicos de la historia.
El Swoosh fue mucho más que un logo: representaba esa sensación de impulso, de victoria, de dar un paso más allá. Con el tiempo, Nike recompensó a Davidson con acciones de la compañía, reconociendo que su aporte había marcado el destino de la marca.
Pero el logo era solo el principio. En 1988, la agencia Wieden+Kennedy lanzó una frase que se grabaría en la mente de millones: “Just Do It”. Tres palabras simples que no hablaban solo de deporte, sino de actitud ante la vida. Con ese eslogan, Nike dejó de vender únicamente tenis y empezó a vender una forma de pensar, un estilo de vivir, una cultura entera.
De producto a cultura: el salto con Jordan
En 1984, Nike firmó con un joven novato llamado Michael Jordan. Así nacieron los Air Jordan, y con ellos, una categoría cultural: el sneaker como relato y objeto de deseo.

Lo que empezó como un contrato deportivo terminó transformándose en un fenómeno cultural que cambió la industria para siempre. Los Jordan no solo se usaban en la cancha, sino en la calle, en la música y en la moda. Décadas después, siguen batiendo récords en subastas y en ventas, manteniendo viva la “mitología Jordan” que Nike ayudó a construir.

Líder en las curvas difíciles
El camino de Nike no fue perfecto. En su biografía Shoe Dog, Knight admite deudas, dudas y decisiones al límite. Hubo momentos en que parecía que la empresa no sobreviviría. Sin embargo, siempre mantuvo el enfoque en tres pilares:
- Innovación en producto
- Atletas auténticos como aliados
- Una narrativa poderosa
Esa brújula le permitió atravesar las crisis y salir fortalecido. En 2004, Phil Knight dejó el cargo de CEO, pero se mantuvo como figura clave y presidente del consejo, asegurando que la filosofía que dio origen a Nike siguiera marcando el camino.
Más que deporte: influencia cultural y social
Nike entendió que su poder no estaba únicamente en el calzado, sino en la capacidad de conectar con valores universales. Durante los años 90 y 2000, la marca abrazó causas sociales y narrativas que iban más allá de la cancha. Sus campañas comenzaron a hablar de inclusión, diversidad y superación personal, convirtiéndose en altavoces de atletas que rompían barreras de género, raza o condición.
De esta forma, Nike consolidó algo que pocas marcas logran: convertirse en un símbolo cultural que inspira a millones de personas, incluso a quienes jamás han corrido una maratón o jugado un partido profesional. En cada anuncio, en cada campaña, reforzó la idea de que el deporte es una metáfora de la vida: esfuerzo, disciplina y coraje para llegar más lejos.
5 ideas fuerza para emprendedores
- Empieza donde estés: una cajuela puede ser tu primer almacén. Lo importante es validar con clientes reales.
- Obsesiónate con el usuario: Bowerman buscaba un zapato “más ligero y que llegue a la meta”. Empieza desde una verdad simple.
- Cuenta una historia más grande que el producto: “Just Do It” no describe un tenis, describe una actitud.
- Construye con aliados icónicos: Jordan fue más que un contrato, fue cultura compartida.
- Resiliencia operativa: separarte de un proveedor o cambiar de nombre puede ser una oportunidad.
Conclusión: la victoria más allá del deporte
La historia de Phil Knight y Nike no es únicamente la de una empresa que vendió millones de pares de tenis. Es el relato de cómo una idea aparentemente pequeña —vender calzado desde la cajuela de un auto— puede transformarse en un movimiento global si se alimenta con visión, constancia y la capacidad de adaptarse a los golpes del camino.
Nike no solo perfeccionó productos; construyó símbolos. El Swoosh y el lema “Just Do It” no describen un objeto, sino una filosofía que inspira a cualquiera a dar un paso más, dentro y fuera del deporte. La firma con Michael Jordan convirtió un contrato en mito, demostrando que cuando un producto se conecta con una historia auténtica, deja de ser consumo para convertirse en cultura.

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